Richard Strauss inventó la metaópera hace ya más de un siglo: la ópera dentro del teatro como propone esta Ariadna en Naxos, la amante que Teseo abandona y a la que salvará Baco para convertirla en constelación. “Antes morirán las estrellas que tú entre mis brazos”. El dios del vino y las cosechas se rinde a la bella y valiente princesa. Estamos ante una de sus más osadas creaciones cuando se cumplen setenta y cinco años del fallecimiento del célebre compositor.
Un rico vienés hace coincidir a dos compañías en su casa con la atrevida idea de que comedia y drama se ejecuten a un tiempo. En un solo acto, precedido por una suerte de prólogo, los espectadores veremos cómo la sagaz y atrevida Zerbinetta, tras seducir primero y ahuyentar después al contrito compositor, descubre en una gruta -improvisado escenario- a la desolada Ariadna que ha sido abandonada a su suerte por Teseo. Strauss hace posible la coyunda entre géneros y tiempos, la relación entre la princesa hija de Minos, una actriz ambulante y un dios, Baco que será finalmente quien desmienta a Zerbinetta y su certeza de que todos los hombres -por muy dioses que sean- son infieles por definición.
Una producción del Teatro de la Maestranza sobre la idea original del Theater Regensburg, bajo la dirección musical de Guillermo García Calvo y escénica de Joan Antón Rechi, a quien pudimos disfrutar en la última Madama Butterfly, con la presencia en el elenco de artistas de la talla de Lianna Haroutounian en el rol de Ariadna o la mezzosoprano Christina Bock poniendo voz a El compositor, entre un grupo destacado de jóvenes artistas.